Hideo Kojima vuelve con una secuela que amplía el universo del primer juego, con nuevos personajes, entornos más extremos y un giro en su mensaje sobre la conexión humana.
Ya se lanzó Death Stranding 2: On The Beach en PlayStation 5, la esperada secuela del polémico título que definió la visión de Kojima Productions sobre aislamiento, vínculos sociales y el rol del jugador en un mundo quebrado. Con nuevos actores, una jugabilidad más estratégica y una narrativa que responde a un mundo postpandemia, esta segunda parte plantea una pregunta incómoda: ¿realmente debimos habernos conectado?
Además de la versión estándar con el juego base, se lanza una Edición Digital de Lujo, que incluye contenido exclusivo como acceso anticipado de 48 horas, armamento especial desbloqueado desde el inicio y mejoras en equipamiento como esqueletos dorados para combate, velocidad y soporte.
Reparto con nuevas caras (y nombres reconocibles)
El elenco original —Norman Reedus como Sam, Léa Seydoux como Fragile, y Troy Baker como Higgs— se mantiene, pero se suman nuevas figuras: Elle Fanning, Shioli Kutsuna, Luca Marinelli, George Miller, Fatih Akin y el director Nicolas Winding Refn, todos con papeles relevantes en la trama.
La historia parte 11 meses después del final del primer juego. Sam vive en aparente tranquilidad con su BB, Lou, hasta que un llamado de Fragile lo lleva a México. Desde ahí, se desencadena una misión que lo arrastra a Australia, donde debe atravesar un territorio devastado y, nuevamente, tratar de unir a una sociedad fracturada.
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Más libertad, más decisiones
Una de las principales diferencias con la primera entrega es la mayor libertad de movimiento y estrategia. El jugador podrá acceder desde temprano a vehículos, estructuras y armas, y decidir cómo abordar los distintos tramos: combatiendo, evadiendo o improvisando con el entorno. El sistema de combate también ha sido rediseñado para permitir enfoques más dinámicos.
El entorno, lejos de ser solo un telón de fondo, representa amenazas reales y constantes. Sismos que hacen caer piedras, lluvias que crecen ríos de forma peligrosa, incendios forestales que tendrás que apagar con herramientas como el “cañón de alquitrán”. El consejo es claro: carga lo justo, mantente alerta y planea cada movimiento.
Entre las amenazas que enfrenta Sam destacan los “acechadores”, criaturas que lo detectan visualmente, y grupos armados que buscan interceptarlo. Para enfrentarlos, se suman herramientas como granadas holográficas, que proyectan señuelos para desorientar enemigos, y postes electrificados, útiles para disuadir o emboscar. El juego permite tanto combates directos como enfoques sigilosos más tácticos.
Una historia postpandemia
Hideo Kojima reveló que, si el primer Death Stranding hablaba del aislamiento, esta secuela explora el riesgo de estar “demasiado conectados”. La experiencia del COVID-19 transformó el enfoque del juego: “Me preocupaba que la humanidad necesitara conectarse para evitar el desastre, pero después de la pandemia, me cuestioné si esa conexión no traía nuevos peligros”. Esa tensión es parte del núcleo narrativo del juego.
Death Stranding 2: On The Beach ya está disponible en PlayStation Store. No se trata solo de una secuela: es una reinterpretación de lo que significa conectar en un mundo cada vez más frágil.
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