En en el contexto del Día Mundial del Medio Ambiente, la startup climática Kilimo propone mirar el suelo como clave para cuidar el agua, mejorar la producción agrícola y enfrentar la crisis hídrica desde el territorio.
En un escenario donde las sequías prolongadas y la sobreexplotación de recursos tensionan cada vez más las cuencas de América Latina, distintas voces están convergiendo en una misma idea: si no cuidamos el agua desde su origen, no habrá sustentabilidad posible. Kilimo, una startup ClimaTech con presencia en cinco países del continente, plantea que el punto de partida para una nueva estrategia hídrica debe estar justo bajo nuestros pies: el suelo.
Agua, suelo y agricultura: un mismo desafío
En contextos marcados por el estrés hídrico, Kilimo propone una visión regenerativa de la producción agrícola. A través de prácticas que restauran la salud del suelo —como el aumento de materia orgánica, la cobertura vegetal y la rotación de cultivos—, se busca mejorar la capacidad de retención e infiltración del agua, protegiendo tanto el cultivo como el ecosistema.
“La tierra sana funciona como una esponja natural. Retiene agua, amortigua los extremos climáticos y sostiene los cultivos”, explica Andrea Ramos, VP de Adaptación Climática de Kilimo.
La experiencia en terreno: cuencas como el Maipo
En Chile, la experiencia más relevante de Kilimo se desarrolla en la cuenca del Maipo, donde se concentra el abastecimiento de agua potable y agrícola de la Región Metropolitana. Allí, la startup combina tecnología, datos en tiempo real y participación de agricultores para monitorear el recurso hídrico, mejorar el uso del agua en el riego y anticiparse a riesgos como la sequía o la disminución del caudal.
Un modelo basado en datos y decisiones compartidas
La metodología de Kilimo parte de diagnósticos locales y se estructura en tres pilares:
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Riego con inteligencia artificial, que permite decisiones más precisas.
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Conversión a riego tecnificado, para mejorar la eficiencia hídrica.
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Prácticas de agricultura regenerativa, que devuelven vitalidad al suelo.
Además, su modelo incorpora a empresas que no solo financian los proyectos, sino que también integran métricas de agua en sus reportes ESG y colaboran directamente con agricultores locales.
Más que tecnología: una mirada territorial
Para Kilimo, la tecnología no reemplaza el trabajo colectivo, sino que lo potencia. La capacidad de trazar cada metro cúbico optimizado permite generar evidencia del impacto, mejorar las decisiones y sostener los cambios en el tiempo.
“La seguridad hídrica no se construye desde afuera. Se construye en el territorio, con decisiones compartidas”, señala Ramos.
¿Por qué el agua debe ser el eje de la sustentabilidad?
En un entorno de cambio climático y presión sobre los recursos naturales, el enfoque de Kilimo busca generar beneficios amplios:
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Empresas con menos exposición al riesgo hídrico.
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Agricultores con herramientas concretas para adaptarse.
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Comunidades con acceso más seguro al agua.
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Ecosistemas más resilientes y biodiversos.
En tiempos donde la sustentabilidad se mide en acciones concretas, Kilimo insiste en un principio claro: no hay estrategia ambiental sin agua, y no hay agua sin suelo sano.
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