La nueva línea Omni-Heat™ Arctic se inspiró en el oso polar para crear una chaqueta que atrapa el calor del sol y no lo suelta más. ¿La meta? Que el frío ni se atreva a tocarte.
En un mundo donde abrigarse muchas veces significa perder estilo o movilidad (hola, capas infinitas), Columbia decidió mirar hacia la naturaleza. ¿Y qué mejor que el oso polar como modelo a seguir? Ese compadre blanco y peludo no solo es simpático, sino que también es un genio térmico.
Así nació Omni-Heat™ Arctic, una tecnología que imita la forma en que este animal sobrevive en temperaturas extremas. ¿Cómo lo hace Columbia? Con una chaqueta de doble capa: una externa translúcida que deja pasar la luz solar y otra interna oscura que la absorbe como esponja térmica. El resultado: un microclima personal donde el frío no tiene invitación.
Tecnología que protege… incluso de ti mismo
Pero eso no es todo. La colección viene equipada con Omni-Shield™, un sistema que repele la humedad, las manchas y cualquier líquido que tu torpeza pueda derramar en un día frío (sí, estamos hablando del café también). Así, el abrigo se mantiene limpio y seco por fuera… y tú, calentito por dentro.
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Estilo urbano con alma de expedición
Dos líneas destacan en esta colección:
🔹 Arctic Crest Down Hooded Jacket
Diseñada para quienes buscan una parka liviana pero poderosa. Con cortes elegantes, colores sobrios (y uno blanco que es pura facha), tiene todo lo necesario para resistir el viento y las temperaturas bajas, sin parecer un saco de dormir con patas.
🔹 Arctic Crest™ Sherpa Full Zip
Una mezcla entre abrigo técnico y chaleco de película navideña. Su forro ultra suave más los refuerzos estratégicos la hacen ideal tanto para la oficina como para una escapada a la nieve.
Porque estar abrigado no tiene por qué ser fome
Esta nueva línea forma parte de la serie Titanium, la más avanzada de Columbia. Y aunque suena ultra pro, lo cierto es que está pensada para gente real, que pasa frío esperando la micro o caminando con el perro por la vereda helada. Con esto, Columbia vuelve a recordarnos que la ciencia, cuando se pone al servicio de la comodidad, puede ser igual de poderosa que un buen tecito caliente.
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