Pagos digitales, transferencias y POS dominan la escena… pero el sencillo sigue dando pelea, especialmente cuando la red falla o el SII mete ruido.
Durante la pandemia, billetes y monedas fueron quedando en segundo plano. No por falta de cariño, sino por razones prácticas: evitar el contacto físico, mantener la distancia, y aprovechar lo digital. Y ahí los pagos digitales no solo crecieron, se dispararon.
Según el Banco Central, esto no ocurrió por arte de magia: hubo más medios de pago disponibles, mayor acceso a cuentas bancarias, más comercios afiliados y muchos más terminales POS en circulación. Y claro, también porque las personas comenzaron a preferir pagar con tarjeta o celular en lugar de andar con cambio.
Transferencias, informalidad y nuevas reglas
Ahora bien, el escenario no es solo técnico. También hay señales desde lo regulatorio. Álvaro Villalón, BDM Payment en CoasinLogicalis, apunta a un cambio cultural que viene impulsado desde otra esquina:
“Hay muchos rumores en el mercado de que el efectivo y las tarjetas físicas van a ir perdiendo fuerza. Pero lo cierto es que el SII emitió una norma para detectar comercio informal, observando más de 50 transferencias a una misma cuenta en un mes o más de 100 en seis. Eso ya está generando un cambio”.
Frente a ese panorama, muchos feriantes han optado por volver a lo clásico: cartel en mano, “solo efectivo, gracias”. Porque aunque la bancarización crece, hay quienes prefieren tener el control total de su información financiera. Y eso, para algunos, sigue significando pagar con billetes.
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Ahora… Cuando la red cae, el billete manda
El reciente apagón eléctrico que afectó a varias regiones del país dejó claro que por más digital que sea el sistema, sigue habiendo puntos vulnerables. ¿Uno de ellos? La red de pagos. “En emergencias como un blackout, aunque los generadores dan autonomía por un rato, los POS requieren conexión para funcionar. Y eso depende 100% de las redes de telecomunicaciones”, explica Villalón.
Y aunque los sistemas de pago digitales tienen respaldo, servidores en la nube y centros de datos replicados para evitar caídas graves, cuando se corta la luz o se va la señal, no hay nada más confiable que una moneda en el bolsillo.
Un ecosistema con opciones (y colores)
Lo bueno es que Chile tiene una infraestructura cada vez más variada. Hoy hay máquinas de pago rojas, verdes, azules, celestes… para todos los gustos y tamaños de negocio. Eso permite que tanto grandes comercios como locales pequeños tengan alternativas para seguir operando, incluso si algo falla.
“Existe una clara preocupación por mantener la continuidad del servicio. Y eso permite seguir creyendo que Chile no solo tiene un mercado de pagos más completo, sino también estable, seguro y bien regulado”, afirma Villalón.
¿Desaparece el efectivo? Por ahora, no
A pesar del avance digital, el efectivo no se rinde. Para algunas personas, especialmente de generaciones mayores, sigue siendo el método preferido. Es inmediato, no necesita red ni batería y, para ciertas compras, sigue siendo simplemente más cómodo. “Chile puede decir con orgullo que tiene una amplia gama de opciones para pagar. Y aunque los más jóvenes se inclinan por lo digital y sin contacto, el efectivo sigue siendo útil y necesario para muchas situaciones”, concluye Villalón.
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